Se acaba un nuevo curso y nuestros hijos e hijas regresan a casa con sus mochilas repletas de libretas, cuadernos, libros, trabajos… Y con un poco de suerte, les buscarán un lugar y pasarán a otra cosa.
Pero ¿qué hay realmente dentro de esas mochilas?
- Experiencias de adaptación y muestras de resiliencia, porque el curso empezó todavía marcado por las medidas sanitarias y protocolos de pandemia. Y nuestros niños y niñas, a pesar de que la sociedad no los tenía en cuenta, se adaptaron a seguir con las mascarillas y a hacerse una infinidad de antígenos. Siguieron respetando los grupos burbuja mientras los adultos nos reuníamos sin mascarillas ni distancias en bares y restaurantes.
- Oportunidades para tolerar la frustración, porque en las aulas como en la vida, se les presentan retos, dificultades y problemas a los que hacer frente. Así, en la escuela, nuestros hijos e hijas tienen un sinfín de oportunidades para usar las herramientas que, desde casa, como madres y padres, debemos ofrecerles y modelar.
- Momentos de superación personal y de satisfacción, porque nuestros hijos e hijas van ganando autonomía y se sienten orgullosos de sí mismos cuando son capaces de acabar un trabajo, cuando reciben un aliento por parte del profesorado o cuando resuelven un problema. Se sienten capaces, por ejemplo, cuando salen frente a la clase a exponer un proyecto o interpretan una pieza musical.
- Malos momentos, porque nuestros hijos e hijas también sufren en la escuela y lo pasan mal si no se sienten respetados, ni valorados o están ante una injusticia. Pasan un mal momento cuando reciben una mala nota, un examen suspendido o no entienden un concepto. Padecen cuando discuten con su mejor amigo, cuando un compañero los excluye o cuando sienten que no son capaces.
- Vínculos, porque en la escuela nuestros hijos e hijas aprenden también a relacionarse con otros niños y niñas de sus mismas edades y de otras edades. Estos vínculos les permiten fomentar el respeto mutuo y el sentimiento de empatía, pilares esenciales para la prevención del acoso escolar. Al mismo tiempo, se crean vínculos con los adultos, con el profesorado y estos les aportan la confianza, la seguridad y el aliento que necesitan en el día a día.
Hoy, cuando tu hijo o hija, llegue a casa y suelte esa mochila, tómate un poco de tiempo para ver que hay en ella. Quizás la suya vaya cargada de otras cosas. Pero todo lo que puedas encontrar te estará hablando de él, te acercará, te conectará y favorecerá el diálogo y la escucha. Sin duda, yo creo que es una manera bonita de acabar este curso escolar, ¿no crees?