La Disciplina Positiva es un modelo educativo creado por dos terapeutas norteamericanas, Jane Nelsen y Lyn Lott, basado en el trabajo de dos psiquiatras austríacos del s. XX, Alfred Adler y Rudolf Dreikurs. De hecho, fue Adler quien, por primera vez, en 1920, introdujo la idea de la educación para las madres y padres haciendo hincapié en la necesidad de tratar a la infancia con respeto.
Es un programa de liderazgo basado en el aliento, cuyo objetivo es promover unas relaciones responsables y respetuosas entre las personas, en sus comunidades. Es por ello que la Disciplina Positiva va más allá del ámbito educativo y se convierte en una filosofía de vida. Cuando se habla de Disciplina Positiva se hace constante referencia a las herramientas pero, en el fondo, debemos hacer referencia más bien a actitudes que los adultos debemos tener. Las herramientas de Disciplina Positiva nos ayudan a poner en marcha esas actitudes.
La Disciplina Positiva nos alienta a sacar nuestra mejor versión como personas, pero no a ser prefectos. Se trata de tener el coraje de ser imperfectos. El foco está en cada cual y nos interpela, nos remueve y nos empuja a un proceso de desaprender y aprender. El cambio de paradigma es un cambio individual. Es necesario que se produzca el cambio primero en ti para poder disfrutar de tu crianza, de tu rol como docente o de tu liderazgo a nivel profesional. No es un proceso fácil, pero sí muy gratificante. Educar y liderar suponen un aprendizaje constante. Detectar los errores y problemas nos ayuda a encontrar soluciones. La Disciplina Positiva, como filosofía de vida, es un modelo alentador y proporciona un punto de vista más profundo sobre el bienestar personal y las opciones de vida. Al mismo tiempo, ofrece una serie de herramientas y estrategias concretas y eficaces.